En las calles de Santiago, donde el trajín urbano y las prisas dibujan el paisaje cotidiano, los conductores de Metbus enfrentan cada día un desafío silencioso: los siniestros de trayecto. Consciente de esta realidad, Educleta —con su mirada pedagógica y compromiso social— diseñó un curso transformador: “Control de Riesgos de Accidentes de Trayecto y Vía Pública”, una brújula para navegar los peligros del tránsito con herramientas concretas y empatía.
Las cifras no mienten: en Chile, 1.600 personas pierden la vida anualmente en siniestros viales, muchos ocurridos en esos trayectos rutinarios entre el hogar y el trabajo. Frente a esto, el taller de Educleta no se limitó a estadísticas. Los conductores de Metbus exploraron, mediante casos reales y simulaciones, cómo factores como la fatiga, las distracciones o las condiciones climáticas pueden convertir una ruta conocida en un escenario de riesgo. “Aprendimos que la seguridad no es solo frenar a tiempo, sino anticiparse”, comentó Roberto, conductor con 15 años de experiencia.
La metodología fue tan humana como práctica. Desde el análisis de la Ley Emilia hasta ejercicios con gafas que simulan los efectos del alcohol, los participantes vivieron en carne propia cómo una decisión equivocada puede cambiar vidas. “El curso nos recordó que llevamos sueños a bordo: cada pasajero es una historia”, reflexionó María, conductora de la línea 506.
Entre dinámicas grupales y consejos para usar los tres puntos de apoyo al subir al bus, Educleta sembró una semilla de conciencia: la seguridad vial es un acto colectivo. Porque en el vaivén de la ciudad, donde cada parada es un encuentro, estos conductores no solo mueven vehículos —mueven vidas—. Y ahora, lo hacen con más herramientas para protegerlas.

